Adentrándonos aún más en el valle del Duero, llegamos a Covelinhas, donde la vida gira en torno al cuidado de las uvas mientras exulta la tan esperada vendimia. Covelinhas es testimonio del legado del tiempo, ya que los antiguos "castros" de esta villa se construyeron en torno al año 202 a.C., cuando los romanos comenzaron a fortificar las ciudades para defenderse de sus enemigos. Ya en los albores de la monarquía portuguesa, Covelinhas tenía importancia regional, hasta el punto de que el rey Afonso Henriques (primer rey portugués) le concedió una carta puebla en el siglo XII.

Según la tradición, esta pequeña aldea se llamaba antiguamente Covelas y contenía tantas vetas de metal precioso que los ancianos bromean diciendo que los habitantes de Covelas arrojaban oro a las cabras, pensando que lanzaban simples piedras.

Covelinhas alberga la Capilla de Santo António, un importante lugar religioso, y la Feria Anual de la Oveja, un guiño a sus raíces pastoriles, es un acontecimiento importante que atrae a lugareños y turistas por igual.